por Carmen Osorio Suarez | Abr 17, 2023 | Medios 3
Hace poco, un estudio reciente revelaba que los jóvenes que utilizan más las redes sociales son más propensos a la depresión, según investigadores de la Facultad de Salud Pública y Ciencias Humanas de la Universidad Estatal de Oregón y la Universidad de Alabama. No hay aún evidencia de que haya una relación directa entre depresión y uso de redes sociales pero sí sabemos que:
“los individuos que hacen mal uso de las nuevas tecnologías refieren con mayor frecuencia baja autoestima y bajo autoconcepto, lo cual es un factor de riesgo para caer en una adicción.”
Como sabéis, estudios hay muchos pero es verdad que, a veces, la relación entre una causa y un efecto olvida otras variables. Así, usar las redes sociales más tiempo incrementa tus posibilidades de tener depresión pero es posible que ése no sea el único factor que lo haga.
Según explica Donnato Munno en un trabajo sobre la adicción a Internet:
“Los individuos que hacen mal uso de las nuevas tecnologías refieren con mayor frecuencia haber tenido una infancia triste. Estas vivencias emocionales tempranas predisponen a la baja autoestima y al bajo autoconcepto, ambas características incluidas en el perfil psicosocial de los individuos que presentan dichos comportamientos adictivos”.
Lo que ya es muy evidente es que la depresión entre adolescentes y jóvenes ha aumentado durante la última década y, a la vez, el uso de las redes sociales también ha aumentado durante el mismo tiempo. Es aventurado de momento decir que las redes sociales causan depresión pero sí sabemos que perjudican de varias maneras la salud mental de nuestros hijos.
por Carmen Osorio Suarez | Feb 27, 2023 | Medios 1
Antes o después nos preguntaremos si ha llegado el momento de darle a nuestro hijo o hija su primer móvil. Quizás porque nos lo piden nuestros propios hijos, quizás porque en su entorno todos empiezan a tenerlo, quizás porque creemos que lo necesitan porque van solos a algún sitio o se quedan en casa sin nosotros… Los motivos pueden ser diversos pero la pregunta y la decisión llegarán.
En cualquier caso, debes saber que no es adecuado adelantar la edad solo por el hecho de que se haya normalizado su uso temprano. Ni hay prisas ni los expertos lo recomiendan. Un móvil es tener a mano un ordenador portátil con acceso a todo tipo de entretenimiento y contenido. Conlleva responsabilidades y riesgos para los menores y para nosotros, los padres.
Dicho esto, si como decía al principio, os estáis planteando comprar un móvil a vuestros hijos, debéis haceros cuatro preguntas y ser muy honestos.
1.¿Realmente necesita un teléfono móvil?
Es frecuente que los padres nos autoengañamos, o sean los menores los que insistan, en que lo necesitan porque van solos al cole o se quedan en casa sin un adulto. ¿Contactar con ellos pasa por hacerlo con un Smartphone con Internet? Piensa si bastaría con un dispositivo que nos permita llamar y mandar mensajes. Hay relojes y, por supuesto, teléfonos móviles actuales sin acceso a Internet.
2.¿Es capaz de autorregularse por sí mismo en el uso del móvil?
Esto tiene que ver mucho con la madurez del menor. No todos los menores son capaces de gestionar las mismas cosas a una edad. También se sabe que las personas impulsivas y compulsivas, las personas introvertidas, con baja autoestima o dificultad para las habilidades sociales tienen más riesgo a la hora de crear una adicción. No quiere decir que darles un móvil les vaya a convertir en adictos pero sí que son factores de riesgo. Y no lo olvidemos, la edad es la que es. Los dispositivos electrónicos son muy atractivos para nuestros hijos y los adolescentes se comportan con impulsividad, porque su corteza prefrontal está cambiando en esa etapa de la vida. En la adolescencia es más fácil caer en una adicción, por eso, apúntate bien los dos siguientes puntos porque son claves.
3.¿Vamos a ser claros y firmes con los límites del Uso del móvil?
Nos guste o no, los límites en la vida, para todo, son necesarios. Sin límites, nos hacemos daño y lo haremos a los demás. Y sin límites en cuanto al uso de pantallas, nos encontraremos con graves problemas. No podemos olvidar, que más allá de los propios comportamientos y rasgos personales o el entorno, las aplicaciones y los dispositivos están creados para que consumamos el mayor tiempo posible. Por tanto, debes poner límites muy claros y con firmeza el día que le des a tu hijo un móvil. Establecer un tiempo máximo de uso, en qué situaciones no debe usarse… Nunca deben dormir menos, ni dejar de hacer deporte ni planes con sus amigos. El objetivo debe ser que nuestros hijos elijan antes un plan en la vida real que en la vida online.
4.¿Somos conscientes de los contenidos que se van a encontrar en internet y redes sociales al usar un móvil?
Puedes (y debes) tener una aplicación de control parental pero, aún así, no sabes todo lo que van a estar viendo. En TikTok, una aplicación muy usada por los chavales, hay vídeos de todo tipo. Y teniendo en cuenta lo que duran los vídeos, en media hora dentro de la aplicación han podido ver 100 vídeos de los que tú no te enteras. Además, los adolescentes tienen dos o más cuentas en cada red social. Una, la que los padres podemos ver. Otra, la que no tenemos ni idea. Por otro lado, no sé si este dato os ayuda, pero el 30% del tráfico en Internet es pornografía o contenido relacionado con la pornografía. Y con 12 años, la mayoría de chavales ya han visto pornografía.
Con todo esto que te he contado, ahora reflexiona sobre vuestras circunstancias, sobre vuestro hijo, sobre su entorno… y decide si ha llegado o no el momento. Mi recomendación es que: cuanto más tarde, mejor.
El tiempo que pasan frente a una pantalla es tiempo que restan a hacer otras cosas más importantes y necesarias para su vida y su desarrollo personal.
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P.D.: Puede escuchar mi podcast Gamer Over.
por Carmen Osorio Suarez | Feb 27, 2023 | Medios 2
¿Tienen la culpa META, TikTok o Google de que se hayan disparado los problemas mentales de los adolescentes?
A principios de 2023, los medios de comunicación se hicieron eco de que varios colegios públicos norteamericanos presentaron una demanda acusando a Meta, TikTok, Google y Snapchat de provocar en los jóvenes problemas de salud mental. Argumentan que estas empresas “han conseguido manipular y abusar de los cerebros vulnerables de los jóvenes, enganchando a millones de estudiantes de todo el país a bucles de retroalimentación positiva mediante el uso y abuso de las plataformas de medios sociales de dichas empresas”. Lo cierto es que, en los últimos años, se han disparado los casos de suicidios, autolesiones, trastornos de conducta alimentaria, depresión… entre los menores.
La realidad es la que es, no podemos dar la espalda a un problema que nos llegará en forma de tsunami. Cada poco sale un estudio o una investigación que relaciona el uso que los jóvenes están haciendo de internet y de las redes sociales con depresión, ansiedad, insomnio… ¿Lo están usando mal? Sí. Objetivamente, demostrar que la tecnología o que una red social es tóxica per se es complicado. No hay una sustancia nociva, nadie puede decir que tener una cuenta en Facebook o Tik Tok hace daño como lo hace una cajetilla de tabaco.
Pero es que quizás los cerebros de los menores no están preparados para su uso correcto. Ya nos cuesta a los adultos tener una higiene digital, ¿cómo pedirles a ellos que se auto controlen? Quizás entonces toca plantearse una edad mínima más alta para poder acceder a muchas plataformas y aplicaciones. Y por supuesto, verificar que de verdad se accede a esas edades.
Pero no me gustaría obviar esta reflexión que lleva en mi cabeza mucho tiempo. Pensando que sí, que tarde o temprano habrá que regular el uso de las redes e internet, echar la culpa a otros nos exime a nosotros de nuestra responsabilidad.
¿Por qué digo esto?
Pues porque cuando nos volvemos adictos a algo, no solo es porque ese algo nos produzca felicidad o placer. Cuando nos volvemos adictos a algo es porque estamos tratando de llenar un vacío. Y ahí es donde radica el problema. Nuestros jóvenes están tratando de llenar vacíos. Y son vacíos emocionales.
Toca hacer una profunda reflexión sobre si la responsabilidad está fundamentalmente en quienes les educamos. Y no hablo de padres y educadores solamente, hablo de una sociedad individualista, focalizada en el placer inmediato, donde no se premia el esfuerzo y sí se premia ser popular… Si viven rodeados de eso, ¿cuántos vacíos tienen?