Hace tiempo que quería escribir sobre las redes y los cuerpos perfectos. Ayer lo vi claro en un reel de una famosa influencer (vaya por delante que no tengo nada contra ella; de hecho, sigo su cuenta) que hablaba sobre su reciente operación de pecho. Era su segunda vez. En torno a los 20 años se había puesto pecho, que hoy, a los 35 años, consideraba demasiado grande, por lo que ahora contaba que se había puesto unas prótesis más pequeñas. Para mi sorpresa, también descubrí que se hizo hace años una rinoplastia. Para más sorpresa aún, luego supe que aquella operación de nariz se la hizo el mismo día y en el mismo hospital que una amiga suya, también conocida.
Las redes y lo cuerpos perfectos: cuando nos hemos pasado de frenada…
Vaya por delante también que no tengo nada en contra del hecho de querer corregir algo de tu cuerpo que no te hace sentir bien y me parece legítimo utilizar la cirugía estética cuando se hace con cabeza. El problema es que, como en tantas otras cosas, nos hemos pasado de frenada. Porque ahora no es para «corregir» algo que vemos mal sino para alcanzar unos estándares de belleza estereotipados. Es decir, el objetivo es conseguir una estética que se ajusta a un patrón concreto. Ojo, porque esto no es más que una muestra de la superficialidad en la que estamos inmersos y, detrás de eso, el vacío que sentimos que nos hace querer alcanzar la perfección para sentirnos válidos. Y ahora viene lo de las redes y los cuerpos perfectos.
Y es que, además de que esto ya sea algo habitual, también lo es hablar de ello en redes como quien habla de ponerse un tinte.
Pues sí, una de las cosas más sorprendentes es que también se haya normalizado hablar de las cirugías en redes como si una operación fuese algo banal y sin riesgo alguno. No se trata de que vayan ocultando sus operaciones, se trata de no banalizar con el asunto. Porque no es banal. Porque haciéndolo, contribuimos a que se expanda la idea de que operarse es algo normal cuando debería ser excepcional. Una idea a la que las redes están contribuyendo. Y con eso están creciendo nuestras hijas. Con la necesidad de ser de una manera concreta, promovidas por unas plataformas que solo hacen negocio. Y por eso es fundamental educar en la autoestima y las familias tenemos un trabajo de gigantes que hacer para no contribuir a esta locura.
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En algunos de nuestros cursos esenciales abordamos la importancia de construir una buena autoestima frente a los riesgos asociados al uso de dispositivos. En uno de ellos, el de «Prevenir la adicción y el abuso de las pantallas, ¿es posible?» contamos con una experta sobre cómo fortalecemos la autoestima y también hablamos de la importancia en el cuidado de las relaciones familiares, el retraso en la entrega del móvil…
Estoy totalmente de acuerdo. Es tremendo que además rentabilicen su « influencia » cuando se trata de la salud o estética. La contribución más necesaria es la opuesta, la nuestra, mediante la cual apostamos por la autoestima y la naturalidad, bases de un ser humano independiente de muchos sentidos.
Exacto, abogamos por unas redes responsables donde, por qué no, se anime a la gente a cuidarse, a alimentarse bien, a hacer ejercicio… pero es de absoluta locura llegar a este punto al que hemos llegado.