¿Tienen la culpa META, TikTok o Google de que se hayan disparado los problemas mentales de los adolescentes?

A principios de 2023, los medios de comunicación se hicieron eco de que varios colegios públicos norteamericanos presentaron una demanda acusando a Meta, TikTok, Google y Snapchat de provocar en los jóvenes problemas de salud mental. Argumentan que estas empresas «han conseguido manipular y abusar de los cerebros vulnerables de los jóvenes, enganchando a millones de estudiantes de todo el país a bucles de retroalimentación positiva mediante el uso y abuso de las plataformas de medios sociales de dichas empresas». Lo cierto es que, en los últimos años, se han disparado los casos de suicidios, autolesiones, trastornos de conducta alimentaria, depresión… entre los menores.

La realidad es la que es, no podemos dar la espalda a un problema que nos llegará en forma de tsunami. Cada poco sale un estudio o una investigación que relaciona el uso que los jóvenes están haciendo de internet y de las redes sociales con depresión, ansiedad, insomnio… ¿Lo están usando mal? Sí. Objetivamente, demostrar que la tecnología o que una red social es tóxica per se es complicado. No hay una sustancia nociva, nadie puede decir que tener una cuenta en Facebook o Tik Tok hace daño como lo hace una cajetilla de tabaco. 

Pero es que quizás los cerebros de los menores no están preparados para su uso correcto. Ya nos cuesta a los adultos tener una higiene digital, ¿cómo pedirles a ellos que se auto controlen? Quizás entonces toca plantearse una edad mínima más alta para poder acceder a muchas plataformas y aplicaciones. Y por supuesto, verificar que de verdad se accede a esas edades.

Pero no me gustaría obviar esta reflexión que lleva en mi cabeza mucho tiempo. Pensando que sí, que tarde o temprano habrá que regular el uso de las redes e internet, echar la culpa a otros nos exime a nosotros de nuestra responsabilidad.

¿Por qué digo esto?

Pues porque cuando nos volvemos adictos a algo, no solo es porque ese algo nos produzca felicidad o placer. Cuando nos volvemos adictos a algo es porque estamos tratando de llenar un vacío. Y ahí es donde radica el problema. Nuestros jóvenes están tratando de llenar vacíos. Y son vacíos emocionales. 

Toca hacer una profunda reflexión sobre si la responsabilidad está fundamentalmente en quienes les educamos. Y no hablo de padres y educadores solamente, hablo de una sociedad individualista, focalizada en el placer inmediato, donde no se premia el esfuerzo y sí se premia ser popular… Si viven rodeados de eso, ¿cuántos vacíos tienen?