Por qué mi hijo quiere un móvil

Por qué mi hijo quiere un móvil

Por qué mi hijo quiere un móvil, te habrás preguntado algunas veces. No pretendo yo en este artículo hacer de abogada del diablo, todo lo contrario; simplemente trato de que entiendas los motivos por los que lo quiere, lo cual no significa que debas dárselo. Entre otras cosas porque hasta un bebé quiere un móvil si lo ha visto o usado alguna vez. Y creo que todos asumimos que un bebé no debe tener un móvil, ni tampoco un niño de 6 años. Lo que cabe preguntarse es por qué sí hemos normalizado que deba tenerlo un niño de 10 o 12 años.

Antes de nada, déjame aclarar un punto. Deseo y necesidad no son lo mismo. Es importante que incida en esto.

Las necesidades hacen referencia a cosas que no pueden faltar, es decir, son indispensables. Los deseos son cosas que apetecen y están muy relacionadas con los apetitos.

 

Después de este paréntesis, que bien imaginas por qué lo he hecho, paso a responderte a la pregunta que te has hecho: por qué mi hijo quiere un móvil. Cuando hablo de móvil me refiero al smartphone, es decir, a ese objeto que da servicios de comunicación, juego, fotografía, redes sociales, descarga y escucha de música, televisión, apuestas online, radio, noticias, descarga y visionado de películas, etc. Vamos, lo que viene siendo de todo. Y todavía te preguntas por qué tu hijo quiere un móvil. Añado también que todo esto lo ofrece un PC o una tablet, aunque hay una diferencia importante que hace que el uso del móvil sea más frecuente: que lo llevas a todas partes.

 

Ahora sí, paso a detallar qué busca tu hijo en el móvil, más allá de las posibilidades que ofrece:

 

Autonomía: El teléfono móvil les ofrece autonomía respecto a padres o familiares,

Identidad y prestigio: para muchos adolescentes el teléfono móvil se convierte en un objeto con el que pueden reflejar su personalidad y valores.

Les permite expresar aspectos que cara a cara les resultan difíciles y eso les da seguridad. Ojito con esto.

Las propias aplicaciones son fascinantes para los adolescentes y no suelen presentar ningún inconveniente a la hora de familiarizarse con las misma.

Acceso a todo tipo de contenido las 24 horas del día.

Les alivia del aburrimiento, la ansiedad, la tristeza… Ojito también con esto. De hecho, esto es un problema, aunque ellos crean que es una ventaja.

Establecimiento de relaciones interpersonales: Las distintas aplicaciones de los teléfonos móviles favorecen establecer relaciones entre personas a través de redes sociales, aplicaciones de mensajería. Ojo, porque esto suele ir en detrimento de relaciones cara a cara, de las de verdad.

Como ves, para nuestros hijos es un objeto con un potencial enorme y hay que entender que es normal que sientan esa atracción algo así. Lo cual no quiere decir que, por comprenderlo, haya que aceptarlo. Porque cada punto que he mencionado positivo para ellos, hay un riesgo asociado que suele ser mayor. De eso y más te hablo en nuestras formaciones.

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Sin móvil hasta los 16 años: el pacto de familias en un colegio de Córdoba.

Sin móvil hasta los 16 años: el pacto de familias en un colegio de Córdoba.

Sin móvil hasta los 16 años. Ése es el pacto al que han llegado las familias de un colegio de Córdoba. Parece lógico que surjan iniciativas en este sentido cuando, como en el artículo anterior comentábamos, la mayoría de menores tienen móvil a los 12 años y la mitad de los padres se arrepiente de esa decisión.

Tiene sentido porque, de lo anterior, se desprende que la presión del entorno es un factor muy relevante a la hora de decidir dar el móvil a los menores. Aunque los padres no estén de acuerdo, lo hacen por presión social. Cierto es, y todo hay que decirlo, que la excusa de la presión social resulta perfecta para no hacernos responsables de la incomodidad que supone decir no a nuestros hijos. Hay una mezcla de cosas. Y el ser humano tiende a la comodidad aunque ésta acabe enfermándole.

 

Un pacto entre familias para eludir la presión social.

«Si los demás no tienen móvil, mi hijo no lo pedirá», pensamos. Y es cierto. Explica Manuel Ríos, portavoz de la Asociación de Familiares del Alumnado del colegio público López Diéguez de Córdoba, que era algo “muy difícil de afrontar en solitario”. Y es cierto, ir a contracorriente es difícil. Y más, si cuando ir a contracorriente afecta a los niños. Ojo, que creo que también es una gran enseñanza esa de no hacer lo que hace la mayoría cuando sabemos que esa mayoría no lo está haciendo bien o está desorientada.

 

Sin móvil hasta los 16 años, una iniciativa pionera.

Si bien es cierto que han surgido iniciativas de familias para retrasar la entrega del móvil, en algunos casos hablamos de retrasarlo hasta los 13 años y no entregarlo en el momento en que los alumnos pasasen a Primero de la ESO. Desde el colegio López Diéguez quieren que esta iniciativa se extienda a otros colegios de la capital cordobesa y, como dice Manuel Ríos, «entendiendo que solo desde la prevención conseguiremos que el alumnado sin móvil no sea una rara avis».

Y es que, en opinión de este padre, «decimos que nuestros hijos son la generación de cristal pero, en realidad, los hemos dejado muy solos en el mundo online». Y no le falta razón. De hecho, tiene toda la razón del mundo. Les queremos dar todo y les abandonamos en el entorno digital con una tranquilidad pasmosa.

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Los niños españoles tienen móvil a los 12 años y… los padres se arrepienten

Los niños españoles tienen móvil a los 12 años y… los padres se arrepienten

Los niños españoles tienen móvil a los 12 años y… los padres se arrepienten. Esto es algo que no puede sorprender a nadie a estas alturas. Y es que ya partimos de la base de que esos padres no están convencidos de la decisión que toman pero claro, ¡cómo vamos a dejar que nuestro hijo no forme parte de la mayoría! Porque la mayoría de los niños de nuestro país tiene su primer móvil a los doce años y, a la vez, resulta que sólo un 22% de los padres consideran que es una edad apropiada, según un estudio de Qustodio, realizado por 400.000 familias con hijos entre 4 y 18 años en España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Australia.

 

Pues sí, los padres damos móviles cuando creemos que no debemos darlo. Y lo que mal empieza… ya se sabe.

 

¿Qué ocurre entonces? Pues que el 83 % de las familias cree que su hijo o hija pasa más tiempo usando dispositivos de lo que le gustaría. Y que el consumo diario de pantallas fuera de las aulas es de 4 horas de media al día, ¡se me ocurren tantas cosas que se pueden hacer en cuatro horas y que están dejando de hacer todos esos menores! Y es que no puede ocurrir nada bueno cuando no tomamos decisiones en coherencia con lo que de verdad creemos y sabemos que es mejor.

No puede ocurrir nada bueno cuando tomamos decisiones en base a lo que hace la mayoría sólo porque lo hace la mayoría, y más sin en nuestro fuero interno ya nos chirría el asunto. La mayoría no siempre está en lo cierto. El ejemplo del tabaco es un buen referente para entender esto: hace 20 años, la mayoría veíamos que fumar en todos lados era lo normal y, por tanto, no nos cuestionábamos que fuese de otra manera, aunque nos incomodase a unos cuantos.

 

Los niños españoles tienen móvil a los 12 años y… los padres se arrepienten, ¿qué hacemos?

 

Mira, antes o después te preguntarás si ha llegado el momento de darle a tu hijo o hija su primer móvil. Quizás porque te lo pide, quizás porque en su entorno todos empiezan a tenerlo, quizás porque creemos que lo necesitan porque van solos a algún sitio o se quedan en casa sin nosotros… Los motivos pueden ser diversos pero la pregunta llegará, tocará pensar en ello y, sobre todo, tocará decidir. 

Así que te invito a que te preguntes si realmente es una necesidad real o es un deseo de tu hijo, totalmente legítimo: Claro que quieren un móvil y también lo quieren con seis y tres años y no parece razonable. Te invito a que te preguntes si tú estás preparado también para el trabajo que conlleva informarte, acompañar, supervisar, descargar aplicaciones… Te invito a que des ejemplo y cumplas con la ley: ¿mi hijo va a tener en el móvil con 12 años aplicaciones como whatsapp que legalmente no puede tener hasta los 14 años?. Y te invito a que te preguntes qué va a dejar de hacer tu hijo cuando tenga acceso a ese dispositivos, qué cosas va a sacrificar. Porque sí, se sacrifican cosas.

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La adicción a las pantallas, ¿qué hay detrás de ella?

La adicción a las pantallas, ¿qué hay detrás de ella?

“En cierto modo, el cigarrillo, la botella de vino, la raya de coca… se convierten en un amante, una madre, un gurú que proporciona el alivio que ansío. Me devuelve al vientre materno, me libera de las cargas que llevo a cuestas. Me quita el malestar. Me trae a casa… temporalmente”. Jeff Foster.

 

La adicción a las pantallas no es distinta a otras adicciones conductuales. Quizás es más difícil de reconocer porque la hemos normalizado.

 

Y la hemos normalizado porque muchas personas hacen un uso abusivo de los dispositivos, más allá del trabajo, que muchas veces puede ser una excusa, y hemos difuminado esa línea que nos permite ver lo que es un problema y lo que no. Nadie dudaría un segundo en calificar como adicto a un señor que pasa cinco horas diarias jugando en una máquina de un bar. Sin embargo, no creemos que una persona que pase 5 horas al día en un red social sea adicta a esa red social. Es más, no sólo no lo vemos sino que lo hemos convertido en lo normal. Y haberlo hecho, nos impide ver el problema.

 

La adicción es una enfermedad que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa o alivio a través del uso de una sustancia, conducta o persona. ¿Y qué es lo que caracteriza a las adicciones? Pues básicamente cuatro cosas: la pérdida de control (se me va de las manos), la dependencia (lo necesito sí o sí), la tolerancia (quiero más) y el síndrome de abstinencia (cuando no lo tengo, estoy mal). Y por ello, tu vida se empieza a convertir en una única cosa: solo disfrutas de aquello a lo que tienes adicción aunque estés metido en un infierno. A veces, eres consciente. A veces, no.

 

La adicción a las pantallas, como otras adicciones, te lleva a descuidar cualquier aspecto de tu vida: tus relaciones, tu trabajo, tu descanso… La pantalla te da placer o alivio en el momento pero va afectando a medio plazo a tu salud y a tu vida en general.

 

¿Qué hay detrás de las adicciones? Detrás de las adicciones hay miedo, hay vacío, hay una búsqueda de calma a través de un camino incorrecto, hay dolor que no se sabe gestionar, hay desconfianza, hay desconexión, hay seres humanos sintiéndose incompletos en busca de algo que les llene a través de atajos basados en el placer inmediato, y que son sólo es eso, placeres inmediatos. Hay un conflicto, hay frustración, hay impotencia, hay soledad… y la adicción te «salva» de todo eso, se ofrece como un remedio mágico, como eso que te proporciona alivio. Cubren esos vacíos, esas soledades, esas desconexiones, esas frustraciones, esa soledad de quien no ha encontrado o no conoce su propósito en la vida. 

 

En el caso de la adicción a las pantallas, o sencillamente las conductas abusivas, se pueden esconder muchas de esas cosas que antes mencionaba. Pero también hay mucha incapacidad para enfrentarse al aburrimiento, al no hacer. Vivimos en una sociedad consumista que empuja a estar siempre consumiendo. Lo que sea. Y nada más rápido que consumir contenido y contenido a golpe de clic, que llevamos encima 24 horas al día, que además pasa desapercibido. Hemos caído en la trampa de que necesitamos eso constantemente. Sin darnos cuenta de que nos venía algo demasiado grande.

 

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¿Qué es el acompañamiento transpersonal?

Es un acompañamiento del alma, un acompañamiento en la búsqueda de ser seres completos, abrazando nuestra parte oscura, nuestra sombra, las heridas de la infancia; un acompañamiento para que mires hacia dentro con compasión, sin juicio; en el que estar presente y hacernos conscientes cobra especial importancia. Puedes pedir hora a través de nuestra web adictosalatecnologia.es.

La adicción a las redes sociales o la podredumbre cerebral

La adicción a las redes sociales o la podredumbre cerebral

La adicción a las redes sociales reduce la materia gris, disminuye la capacidad de atención, empeora la memoria y distorsiona procesos cognitivos. Y no lo digo yo, que también lo recalco una y otra vez porque son muchos los estudios que lo están diciendo desde hace tiempo. Lo corrobora también este metaanálisis reciente. Por si lo no sabes, un metaanálisis sintetiza la evidencia procedente de estudios disponibles sobre un tema. Y lo que viene a decir éste en concreto sobre el uso incontrolado de Internet y la adicción a las redes (esa que muchas familias creen normal), es que pudre el cerebro.

 

La adicción a las redes sociales y a internet provoca cambios en el cerebro, y eso afecta al comportamiento y a las capacidades de una persona.

 

Hablemos ahora de pudrir el cerebro. El término «podredumbre cerebral» ha ganado relevancia en los últimos años para referirse a la preocupación sobre el impacto del consumo excesivo de contenido de poca o baja calidad en redes sociales. De hecho, en 2024, este término, más bien expresión, fue elegida como palabra del año por Oxford. Según el Oxford English Dictionary, el término brain rot se define como “el supuesto deterioro del estado mental o intelectual de una persona como el resultado del consumo excesivo de contenido online que es considerado trivial o poco desafiante. Es decir, contenido basura, chorra, malo…

 

Y la verdad es que lo primero que se me viene a la cabeza son TikTok y Youtube, sinceramente.

 

Pienso en esos niños viendo vídeos de cómo otras personas juegan a algo; en esas niñas viendo bailes ridículos o «tutoriales» de cremas y maquillajes de mala calidad y que no necesitan… y es que es imposible que esas cosas no pudran el cerebro.

 

En los últimos años, la ciencia ha demostrado a través de numerosos estudios que este consumo excesivo de contenidos basura en internet está cambiando nuestros cerebros, la evidencia dice que las redes sociales están reduciendo la materia gris, disminuyendo la capacidad de atención, empobreciendo la memoria y distorsionando procesos cognitivos fundamentales. Esto es lo suficientemente importante como para que nos lo tomemos en serio y no permitamos que eso configure el cerebro de nuestros hijos. De las familias depende poner freno.

 

Si sientes que las pantallas han tomado el control de tu casa o quieres evitar que eso suceda, Desconéctales es el curso que te va ayudar a tomar conciencia de los retos y problemas a los que nos enfrentamos, ayudándote en la tarea de una buena relación con las pantallas en el hogar. Porque la salud de las familias pasa inevitablemente por un uso adecuado de una tecnología que ha invadido todos los espacios. Tres horas de formación en vídeo alta calidad, para hacer a tu ritmo, con autoevaluaciones voluntarias en cada tema y ebook.